Saturno devorando a su hijo
Francisco
de Goya
La mirada se pierde en el
claroscuro, en sus blancos ojos, frenéticos, hambrientos….
Saturno le teme a sus hijos, a su
propia casta, a su misma carne, al paso del tiempo. A la piel tersa, el músculo
nuevo , al espíritu renovado, al cambio.
Conoce la profecía, el ritual.
Está en su naturaleza el deseo de sobrevivir, de ser, se mantiene atento, abusado. Saturno devora frenético,
mastica, el lienzo se traduce en carne, en hombres.
Un hambre insaciable, constante,
su temor es impulsivo, traga, devora sumergido en su manía, su obsesión, su tic
nervioso.
Toda su fuerza desplegada, todo
su miedo, el inconsciente más perverso, envuelto en oscuridad, flotando. Pero
es lo más natural, lo más primigenio, se perfila remoto, asustado en pleno
éxtasis.
Regresa por los cuerpos, por sus
miembros, alimentando el cáncer, su propia enfermedad, su delito. Amparado por
la noche y la fragilidad de sus semillas, de su divinidad, de su propio ser.
Saturno mantiene la mirada
enérgica, firme, su voto se cumple evitando la profecía, en un afán desmesurado
por mantenerse erguido, con aliento.
Bebe del tibio manantial, con la
esperanza que le promete ese elixir rojo, está desnudo, pero sus líneas son
humanas, conocidas, naturales.
Saturno es otro hombre, es otro
estómago, es otra hambre, descomedida, sin dicha, sin plenitud, instintiva,
animal, voraz, pero muy humana, sumamente humana, sus ojos se reflejan, los
entendemos, y son bastante parecidos a los nuestros.
Dali Atomicus
Philippe Halsman
El tiempo congelado, estático, el
retrato de uno de los artistas más excéntricos, bajo la mirada de Philippe
Holsman. La fotografía vence a la gravedad, al movimiento, distorsiona la
física. Registra un milisegundo de la acción, de la forma más fiel, más “real”.
La errática figura se mantiene pareja, uniforme, detenida,
como una extensión más del surrealismo de Dalí, del estado de sueño.
La fotografía ha resultado desde sus inicios un medio de
registro muy cercano a lo real, a lo tangible. Pero eso no significa que la
imagen fotográfica no esté vinculada a la interpretación, a la subjetividad.
Sin duda todo lo “encuadrado” por Philippe Holsman existe de forma material,
pero en definitiva no de esa forma; (detenido, descontextualizado del tiempo y
de las leyes naturales) es curioso ver como ciertos aspectos técnicos dotan a
la imagen de otros significados, y las pueden llegar a situar en otro tipo de
consideraciones.
Dalí nos mira abrupto, sofocado por la falta de movimiento,
pero todo esta fielmente retratado, lo que más me atrae de la foto es
precisamente como logra diseccionar el desplazamiento, abrirse paso dentro de
nuestra imaginación, examinando la complejidad de cada segundo, milisegundo, de
caga gota.
La imagen revela un estado que el hombre desconoce, de
quietud, de silencio, de no movimiento; la fotografía resulta tan llamativa e
impregnable por lo anterior, intenta inducirnos en un estado ajeno al hombre,
antinatural.